El más reciente trabajo que se expondrá esta semana en la Galería de arte La Sala, reúne esta vez a dos artistas, amigas y ex compañeras de universidad: Francisca Valdés y Maite Izquierdo. Se trata de una obra que se retroalimenta, que se hace de a dos. Y que retrata el tema del jardín y las flores desde dos miradas diferentes. Las de ellas. Conversamos con la Francisca en una especia de previa a la exposición titulada “Primavera en primavera” de este jueves. ¡Imperdible! Esta es tu sexta, o séptima exposición ¿Qué te parece que en esta oportunidad sea de a dos? Me gusta que sea bipersonal. Se puede profundizar en el trabajo personal mucho más que en una colectiva y a diferencia de una exposición individual, en que todo surge desde el “yo” aislado. El trabajo en la bipersonal se genera desde una perspectiva en común con alguien más. El trabajo del artista en el taller, por lo menos para mí que vivo fuera de Santiago, es un trabajo extremadamente solitario. Entonces trabajar en un proyecto común con alguien más, se me hace importante para generar cierto contacto y retroalimentación que siento, son necesarias y que muchas veces echo de menos. Cuéntanos de qué se trata este nuevo trabajo. Por qué del nombre, hay sólo pinturas, sólo esculturas, los colores… etcétera. Esta exposición surge de una invitación que nos hace la Galería La Sala a la Maite y a mí a presentar una exposición de temática “florida”en primavera. A cada una por su lado y con técnicas de trabajo bien disímiles, ella con textiles y yo con pintura, nos pareció una posibilidad interesante este forzamiento a plantear algo en común. Pensando en un montaje armónico y que funcionara, establecimos ciertos formatos y dividimos las murallas de la sala por colores. Y así empezamos. ¿Cuál es tu “rol” en este trabajo? Yo venía trabajando desde el 2008 con una temática de flores, y claramente hay una continuidad entre esta exposición y la que hice en el Teatro de Zapallar el año 2009, pero este forzamiento de trabajar con una gama de color dominante, fue un ejercicio interesante que me obligó a meterme de cabeza en el tema del color y generó resultados nuevos en mis pinturas. Sigo con la idea de que la flor, de tanto repetirla, se transforma en una excusa. Lo que vale aquí finalmente es la mancha. Esta mancha que funciona como un módulo de color y forma, al combinarse y reiterarse, revela la posibilidad de experimentar con el ritmo y la composición. Hay un alejamiento del referente visual concreto de imágenes de paisajes y flores reales. Estos jardines son cada vez más pura ficción y fantasía. Pero todavía no hay una distancia total, hay un acercarse y alejarse, un ir y venir. Todavía quedan rastros, aunque algo descontextualizados, del referente, la flor, o de la idea que tenemos de ésta. Pero su importancia narrativa se ve minimizada, y así la mancha, la materia, las relaciones de los colores y las formas, la composición y el ritmo adquieren mayor importancia. ¿Cuánto tiempo has trabajado en todo esto? Durante todo este año. ¿Quedaste conforme con cómo salió? Con el trabajo en el taller quedé conforme, pero todavía no la veo montada y es ahí, en el montaje final, donde está todo junto y cada obra en su lugar, cuando se cierra el proceso y adquiere sentido (o la ilusión de sentido aunque sea por un rato) todo el trabajo. Así es que no puedo dar mi opinión final todavía… Reacción del público la verdad es que no espero ni me he imaginado ninguna en particular, ojalá les guste. Después de tanto trabajo, uno siempre espera que haya cierta capacidad y voluntad de mirar un poco más allá de la superficie. ¿Quiénes te van a ir a ver este jueves? Invité a familiares y amigos y a su vez les pedí a ellos que invitaran a sus conocidos interesados en arte.